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DEFENSA DE G.M.


Escribe : Hernán Ortega-Parada


MANUEL MAGALLANES MOURE

JORGE HÜBNER

Pareciera ser un gesto hipnótico sobre la figura esencial de Gabriela Mistral. O, tal vez, la audiencia está adormecida de verdad y sobre el escenario se deslizan  figuras que llenan el espacio de gestos y  aullidos de un drama extraño. Destruir arquetipos de la sociedad es la consigna de éstos.

Un vocablo  ingresa como un caballo negro a la nueva Troya. ¿Qué es ser queer? El término se desliza por el cyber-espacio y probablemente su utilización alcance cientos de miles de veces. Son impresionantes las bibliografías y los espacios que lo señalan. En Chile, país todavía con una masa novecentista y pasiva, lo queer es lenguaje oculto reservado para una cofradía emergente y que a estas alturas reclama sus derechos civiles.

A mi vista, la palabra llegó de improviso desde Norteamérica, desde el mismo Barnard College de Nueva York donde un día Gabriela Mistral (1946) impuso un señorío y el ensueño de la palabra, empecinada en corregir muchas cosas inaceptables de este mundo. Sin embargo, ciertos discursos de fondo me llegaron por el espacio cibernético desde el vecindario, de Argentina. En efecto, tuve acceso a un sitio (www.afsqs.com.ar/queer) que recogió la radiografía auténtica y las opiniones de un mundo gay que presenta sin ambages su problemática interior y su incómoda situación dentro de la sociedad. No tratan un problema menor, salvo que aquello no debería ser un problema. Entiendo perfectamente a los seres que se sienten distintos y que, de facto, lo son. La sociedad es muy grande. Todos tienen derecho a ocupar un espacio. Pero nadie tiene derecho a destruir imágenes cargadas de sentido de belleza y altruismo; y que lucharon, por añadidura, por valores más altos que los usuales Un manojo de preguntas y respuestas muy espontáneas viene de ese país hermano, con ocasión de un congreso afin:

"¿Qué es ser queer? ¿Cómo se vive desde cada una de las especifidades?. Josefina: Como feminista, es un problema... (risas). La definición de lo queer no tiene nada que ver con ninguna identidad preconstituida, sino con la lucha contra la discriminación. Lo que nos define es luchar contra toda forma de discriminación. Esto implica que vos, como queer, no tenés que ser alguna identidad preconstituida en términos de orientación sexual, etc." (...) Lohana: Yo quiero rescatar la importancia de producir crisis. Acá es todo tan chato que ni siquiera hay conflicto, debate o diagnóstico. Nosotras venimos a producir debate y crisis. (...) Flavio: Bueno, en cuanto a lo académico, por ejemplo, nunca aceptamos someternos a los cánones de investigación académica porque de hacerlo perderíamos la articulación con el movimiento social. Nosotros no concebimos la posibilidad de hacer teoría sin estar articulados. (...) ¿Cuál es la relación de los estudios y la teoría queer con la Universidad? Ana: Bárbaro, no vamos nunca. Lohana: Las travestis lo que pretendemos de la Universidad es que se nos permita entrar. (...) Flavio: Yo quiero la revolución rosa. (...) Lohana: Yo quiero destruir este mundo y construir uno nuevo”.

"Articulación" y “producir crisis”, son las palabras claves. Dos chilenos ubicados en México pretendieron llevar al cine la presunta vida lésbica de Gabriela Mistral. Se defendieron diciendo que se basaban en un trabajo de la académica portorriqueña Licia Fiol-Matta, profesora asistente en el Departamento de Cultura Española y Latinoamericana del Barnard College (N.Y.) En Santiago asomaron las "acciones culturales" que pretendieron marcar con el sello queer a Simón Bolívar y al propio Arturo Prat (héroe del combate naval de Iquique, 1879). Si quieren derribar tres tótems tan sólidos como los que aquí nombramos, en lugares distintos pero con hechos sincronizados, estaríamos en presencia de una articulación y la consecuente crisis. Todo movimiento tiene alma y energía.

Licia Fiol-Matta publicó el 2001 el libro "A queer Mother for the Nation: The State and Gabriela  Mistral" (University of Minnesota Press) (264 páginas). En castellano, se traduce: "Una Madre Homosexual para la Nación: El Estado y Gabriela Mistral". Un título que involucra una afrenta para el estado chileno y que nadie puso en reparo oficial. Es un título de sentido directo y que fija en los medios cultos de Norteamérica una señal inapelable, un daño monstruoso. Se puede morigerar la traducción, diciendo, por ejemplo: "Una madre rara...", pero eso no debilita la marca que produce el título. Pero, ¿cuál es el alma y la energía de Licia? Su preocupación por el tema lésbico no es nuevo. En 1995, publicó "The School Teacher of America: Gender, Sexuality and Nation in Gabriela Mistral" ("La maestra primaria de América: género, sexualidad y nación en Gabriela Mistral"). Licia ha trabajado con la teoría queer, de la cual es especialista, para sondear la estructura de discursos literarios. Eso es como si quisiéramos recorrer el interior de nuestro cuerpo y de nuestra alma con una lente rosada. Preocupado de su trabajo, le envié un correo electrónico con varias preguntas. Para el caso, citaremos una: "Usted dice "...(en) la primera parte de este libro se cuestiona la validez que tiene crear una visión hagiográfica de Mistral desde múltiples ángulos, no sólo de la relectura de la identidad sexual..." Y pregunto: "¿No cree que su propio planteamiento sobre una posibilidad hagiográfica de Mistral es inválido porque esa "santidad" ha sido nada más que un modo de decir de algunos antiguos biógrafos y admiradores? ¿No cree en el riesgo, en otras palabras, de ubicarse en la nada para arribar a conclusiones que por cierto serían la nada también?". Otra: "Creo que usted evita marcar a Mistral desde un punto de vista homosexual, ¿o es al contrario, que usted cree observar lesbianismo en la vida de la poetisa y eso le parece determinante en alguna actitud mental?". Me estoy orientando por las propias sentencias de la profesora (entrevistas publicadas). Licia es gentil y contestó que las respuestas están en el libro y que pronto aparecería una traducción al español. De modo que la polémica no está cerrada. Sin embargo, en un cyber-encuentro con Javier Campos (CasaChile.cl), ella dice explícitamente "que no se puede determinar la sexualidad de un sujeto por el texto poético" (...) "...no suscribo visiones esencialistas de la identidad sexual, pero sí me parece que una investigación rigurosa sobre Gabriela Mistral no puede ignorar el tema sexual". Las interpretaciones que se hacen desde textos y rasgos biográficos de G.M. tratan de no probar pero dar por real y efectiva una sospecha. Un trabajo académico –semiótico, lingüístico, contextos históricos, etc.- pero de preconcebida dirección, que esconde profundos vericuetos de una autora inquisitiva. Fiol-Mata no es creadora y desconoce los laberintos propios del poeta, ni su idealismo ni sus  posicionamientos imaginativos.
Fiol-Mata es producto de una metodología brillante de las universidades pero inadecuadamente aplicada Las bibliotecas están llenas de estudios semánticos sobre la literatura... que no sirven a nadie. Los críticos académicos tampoco han contribuido al acercamiento colectivo de la literatura. Al contrario. Ha llamado la atención de la portorriqueña el indigenismo de G.M., su extraordinaria ascendencia como maestra, el aparente poder recibido de Pedro Aguirre Cerda (carrera profesional meteórica) y la resonancia de su voz en toda América y España. En épocas en que la mujer era muy poco escuchada, en efecto G.M. fue un altavoz respetable. Ella está en las bases de la nueva participación de la mujer en la sociedad inteligente de nuestra contemporaneidad. Por eso Licia habla de nación, de estado, de madre. Y todo eso involucrado con un pretendido eje sexual. Censurable es el título de su libro –por lo taxativo-, ya que, por las palabras de la autora, "éste no se compadece con el contenido".

Un  tema, en verdad, multifacético. Sin embargo, puedo emitir juicios apoyados por una extensa y detalladísima cronología (inédita) que es un libro por sí misma; la cual permite comprobar, por ejemplo, que G.M. no es madre de Yin-Yin. Las ardientes y sostenidas pasiones amorosas –sin lecho- por hombres de alta clase intelectual y social, destruyen en la base la falsa imputación que se le hace. En esos amoríos hay un canon, en el cual no entran mujeres que sólo han desempeñado un rol de secretarias, compañeras y, aun, de servidumbre. La situación planteada por Licia me abrió paso a una conferencia en la Biblioteca Nacional de Santiago, el 25.07.02. Asistió buen número de gente documentada; y algunos que conocieron personalmente a la poetisa. La conclusión fue unánime y es de imaginarla. Yo conocí en 1985 a María Urzúa, asistente en Petrópolis de Gabriela, quien escribió un documentado libro en 1981. María atinó a reirse y a musitar: "Son tan ignorantes, no la conocen."

Nuevos documentos que salen a luz pública no hacen otra cosa que afirmar la integridad femenina normal de la maestra. En “Bendita mi lengua sea”, de Jaime Quezada, hay cuadernos íntimos de G.M. donde ella rechaza el cargo de lesbiana. Matilde Ladrón de Guevara, que vivió a su lado en Italia, es igualmente enfática. Léase “Memorias de una mujer irreverente”, de Marta Vergara, donde aparece la verdadera identidad de Laura Rodig (nada de lesbiana). Todo aquello es irrelevante por la verdadera estatura moral de nuestra Premio Nobel. Doris Dana ha dicho (“El Sábado”, 22.11.02): “Me da escalofríos lo que dicen de Gabriela (...) A mí no me hacen reir. Son tan tontos. Han perdido todo el legado de una gran figura”.

A ciertos años del golpe de Fiol-Mata, los gestos hipnóticos desde las nuevas generaciones que ignoran valores fundamentales e inamovibles pueden ser evanescentes y así sea.

Olmué, Chile, 2011

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BREVE HISTORIA AMOROSA DE G.M.

"En todo gran espíritu actúa una poderosa necesidad de exploración
 de lo humano que hace de la existencia entera un continuo viaje por el mundo,
 cuya existencia no viene a revelarse plenamente sino en el momento final."
LUIS OYARZÚN

Escribe: HERNÁN ORTEGA PARADA

        Ardua aventura, pero menos difícil que caminar lentamente, en círculo, en torno a una manada de búfalos.
        Vida y obra de Gabriela Mistral (1889-1957), configuran el universo extraordinariamente rico y multifacético propio de los grandes escritores, tal como piensa el autor del epígrafe. ¿Por qué cito a este poeta y ensayista, esteta y filósofo? Porque fue amigo personal de nuestra figura central y sus impresiones sobre ella, sobre su trabajo literario, son un ejemplo de maestría y transparencia crítica, no exenta de una gran admiración por su integridad moral. Conoció su modo de vivir, de ser. Éste no pertenece a la manada. Y sé de quien estoy hablando.
        Quisiera que estas líneas se interpretaran como una continuidad de aquel texto "Defensa de Gabriela Mistral", cuya circulación por sobre nuestras fronteras me sugiere mostrar algo más ya que poseo un amplio archivo de informaciones iniciado en enero de 1978 a raíz de la publicación del libro "Cartas de amor de Gabriela Mistral", por Sergio Fernández Larraín (Ed.A.Bello, Stgo. 1978), cuyo contenido festinó indebidamente mi maestro de narrativa de aquellos años, Enrique Lafourcade, a quien profeso -a pesar de todo- agradecimientos por sus lecciones vivas aplicadas en el Taller Altazor (1977-1978); y por su largo ejercicio literario en pro de la cultura chilena, hecho merecedor de reconocimiento.
        Ese libro contiene un error que no ha sido captado, al parecer, por nadie hasta el instante, y que sólo revelo treinta y tres años después: el orden cronológico de los documentos está alterado (sin segunda intención a mi parecer). En consecuencia, de acuerdo a la tesis que emerge de mis escritos, la poetisa jamás tuvo contacto personal amoroso con Magallanes Moure (1878-1924), al menos entre el año 1913 y abril de 1921. Los Juegos Florales que ganó G.M. se realizaron en diciembre de 1914 y el presidente del jurado fué M.M.M. Que se hayan escrito desde antes, para el caso, no implica nada en absoluto. Lucila Godoy escribía y enviaba sus textos a los principales poetas chilenos y a muchos del extranjero (Amado Nervo fue uno de sus fieles corresponsales), ya desde La Serena, unos diez años antes. Que, en las tertulias literarias de calle Nataniel (donde ella instalaba ya su señorío), se hayan visto, no hay referencias. El encuentro de Lucila y Manuel tuvo lugar en San Gabriel, Cajón del Maipo, aquel mes de abril. Y es digno de un sainete de escasos minutos. El aristócrata era muy bajo de estatura y, al enfrentarse ambos bajo las sombras otoñales de un parque, el poeta, inesperada y versallesca rodilla en el suelo, intenta besar una mano de la dama que admira; ella da media vuelta y huye a la casa que la alberga. Eso fue todo.
        En Gabriela, la exteriorización verbal de sus sentimientos amorosos retrata a una mujer muy femenina, apasionada, extraordinariamente celosa e insegura, características de alguien que no supera los golpes traumáticos sufridos en la infancia, adolescencia y plena juventud. Aunque es cierto, conscientes de esta línea de defensa, que la suma uniforme de esas  causales puede abrir misteriosos caminos en el destino de una persona común. Pero Lucila no es una mujer común.
        Su tierna infancia, digamos entre los tres y los nueve años de edad, no es tan feliz como ella solía decir: era feliz durante su contacto solitario con la naturaleza de Montegrande. Pero ésta también le tira un zarpazo: entretenida a la orilla de un estero, cae al agua, trata de sujetarse de los hilos que le tiende el sauce pero la salvan de morir ahogada unos brazos vigorosos. El hogar está lejos de brindarle un amor necesario. Su padre se aleja del escenario. La madre, sola o con esposo inconstante al lado, acusa depresión que altera su genio y tiene graves problemas para sustentar los gastos mínimos de su hogar campesino. Emelina, su hermanastra, la inicia en la escolaridad pero siempre en forma precaria. El resultado: una niña con tendencia a la tartamudez, con miedo de enfrentar a las personas. Por añadidura, y recojo una información que no ha sido fehacientemente confirmada, la niña es agredida en su intimidad por alguien mayor. Ese capítulo es el menos referido por la poetisa.
        Es de sobra conocida su mala experiencia en la escuela primaria de Vicuña, a los doce años, cuando es acusada de robo, cuando las compañeras la apedrean en la calle, y cuando no la aceptan en los primeros cursos por "debilidad mental". Es una caracolita que se encierra en sí por tanta injusticia y falta de amor. Por esta misma razón, la imagen del padre que mostró su alma con canciones y poesías simples, y que después admiró sus primeros balbuceos líricos, ausente casi por siempre, se agranda como un santo y desea merecerlo. Don Juan Jerónimo era alto, imponente, de pelo claro y ojos verdes.
        A los quince, ella también es una muchacha alta, y con los mismos ojos profundos que causan admiración en unos y alejan a otros cuando destellan. A esa edad, merced al prestigio que gana como autora de textos litrarios publicados en diario de Vicuña, y después algunos serenenses, está desempeñándose como preceptora en la escuelita del fundo La Compañía Baja. A esa edad ella corresponde a su madre, teniéndola a su lado. Hay ahora una inteligente maduración y controla las inclinaciones hormonales de su edad. En el campo enseña a leer a mocetones y hombres mayores sin ningún problema, porque se impone de presencia y vocabulario.
        En otro ámbito, caballeros de cierta edad le abren sus bibliotecas y ella se introduce en la gran literatura mundial. Ya adquirió el vicio de fumar, lo que seguramente la hace "agrandada". Entre ellos, conoce a Alfredo Videla Pineda, de señoriales ancestros, viñatero de Samo (Ovalle), que suele ir al fundo de La Compañía. Es un varón delgado, esbelto, cultísimo. Pintor, intérprete de Chopin en el piano. Un romántico de la mayor fineza, pero, a la vez, gran cazador de mujeres. Parte de la correspondencia con Alfredo está rescatada por Sergio Fernández, en aquel polémico libro. Ella, a pesar de la diferencia de edad, se enamora y expresa en las esquelas una pasión que pareciera irrefrenable. Son notables sus expresiones amorosas, pero... no acepta entregar su cuerpo y todo se reduce a escarceos ardientes en el palco a oscuras del teatro de La Serena y tal vez en alguna plaza. La puerta se cierra en marzo de 1906. Una extensa misiva, hermosísima, dice casi al final: "Para merecer la ayuda o el respeto del mundo no dispongo más que con mi honra, la riqueza de la mujer pobre!". Cuánta sabiduría, cuánta consideración hacia sí misma... a los quince años. Cuán distante se encuentra ella de la manada.
        La personalidad adulta de G.M. ha terminado de forjarse a esa edad. Y lo maravilloso es que está consciente de su valor moral. Sabe que ésa es su fortaleza. Para siempre. Y lo demuestra hasta el último. Lo siembra en las crónicas serenenses y en poemas que escribe a las amigas. Por ejemplo: "Me enorgullece inspirar ataques y odios; el inspirar desprecio me apenaría. Tengo una coraza que me hace impasible a todo ataque dirigido a mí por la Calumnia y la Maldad." Y agrega: "Soy modesta hasta la humildad y altiva hasta el orgullo." En verdad, ya los innobles dardos recibidos más adelante en vida y a su plena biografía, deberían avergonzar a nuestra sociedad. Sin temor pensemos al revés: ¿En la intimidad de una alcoba, pudo aceptar más tarde relaciones lésbicas? Veamos por qué no.
        Romelio Ureta Carvajal es seis años mayor que Lucila. También es de familia de alto rango y de muy buena presencia. Fino, a veces atildado. Se han conocido alrededor de 1906 en circunstancias que él, en función de guardaequipaje del ferrocarril nortino, solía ir al correo de La Serena. Pero el acercamiento formal es posterior, cuando ella está de preceptora en la escuela de La Cantera (entre marzo 1908 y septiembre 1909). Luego, ejercerá en Cerrillos, muy cerca de Coquimbo. El techo que los une es una casa de pensión, donde reside Romelio y ella pernocta ocasionalmente. El amor ha calado profundamente en la maestrita, ahora veinteañera. Se llena de ilusiones, deseos y decepciones, porque el apetecido joven es inconstante y promete casamiento a una damita que también pertenece a la burguesía, sector distante para la preceptora. Es una maestrita pobre. Se han dejado de ver casi un año y repentinamente surge la  noticia del suicidio del joven (nov. 1909).
        Casi toda la producción literaria de G.M., hasta ese instante, es amarga, resentida en muchas formas. Pero esta actitud que le permite escribir versos y líneas casi patológicas la están salvando de una grave  y mayor neurosis. Psicológicamente, adquiere una alta capacidad de rescilencia. Tal vez su escudo. La culminación, sin duda, son los "Sonetos de la muerte". Allí demuestra su maestría retórica de síntesis, de crear imágenes y figuras en torno a una tragedia que le afecta sentimentalmente. Siempre guardó por Romelio un vaso de amor puro en su corazón. Que la sepultura del joven suicida esté en Montegrande, no es una casualidad.
        "Doña Petronila, madre de Gabriela, refiriéndose a su hija, decía resignadamente: es loca de imaginación y andariega como su padre." (Oriel Álvarez).
        A comienzos de 1910, da examen de competencia en la Escuela Normal Nº1, de Santiago. Es aprobada con excelentes calificaciones. Inicia la nueva etapa en una escuela de Barrancas. Tras un breve paso en el Liceo de Niñas de Traiguén obtiene una plaza en el liceo de Antofagasta (hasta el 10.07.12).
Desde allí descenderá hasta Los Andes. En esa ciudad se incorpora a una logia teosófica y simultáneamente profundiza sus estudios sobre la Biblia. Lee con pasión a Goethe, Guyan, Martí y se interesa por la vida del niño Krishnamurti. Desde allí estrecha lazos con los escritores de Santiago. Los Juegos Florales de 1914 exaltan su prestigio poético en todo el país. Jamás se habían escrito en Chile poemas de tal dolor y trascendencia como los Sonetos de la Muerte. Al decir de González Vera, "Su arribo a este puerto cordillerano abre huella. Viste traje oscuro. Anda erguida y peina sus cabellos hacia atrás.(...) ¿Y los hombres? Se le rinden en fila, gratis, sin que haga un gesto. Hubo unos que le propusieron matrimonio." Su tiempo literario, después de las clases, es completo; su correspondencia se intensifica pero ella no sabe hacerse una paila de huevos. En el Liceo de Los Andes se hace amiga de Laura Rodrig, quien, impresionada por tanta actividad intelectual la asesora como secretaria. Allí comienza la leyenda negra. Pero la verdad es otra.
        El gran poeta Jorge Hübner Bezanilla (1892-1964), la visita en Los Andes, para conocerla, tal como lo han hecho otros de su estirpe literaria. Surge entre ellos una admiración mutua  Él era diferente a los demás. "Cuando yo no viajaba a Santiago, él llegaba a Los Andes a visitarme. Casi siempre estábamos de acuerdo en las ideas literarias, y entre los dos se estrechó una gran amistad." El testimonio lo recogió María Urzúa, siendo secretaria de G.M. en Petrópolis.
        "-Sabías tú -me dijo- que ese fue el hombre que nunca olvidé?
         -¿En ese tiempo era soltero? -pregunté.
         -Sí, muchacha, soltero, y siempre estábamos de acuerdo. Las mismas ideas y los mismos sentimientos.
        -¿Y se besaban, Gabriela?
        -¡Todo, muchacha! ¡Todo! Fue mi gran amor."
        El relato sigue con las cosas que comúnmente se pueden contar. En  Santiago iban al cine. Lo pasaban bien. Jorge concurría a la pensión de Nataniel donde alojaba Gabriela, lugar que se transformaba con la visita de muchos escritores y admiradores de la poetisa. En cierta oportunidad Gabriela trajo a una colega desde Los Andes y se le ocurrió decirle a Jorge que fueran los tres al cine. Sorpresivamente, y en privado, el aristócrata le dijo que no podía andar al lado de "una" preceptora. Gabriela le recordó que ella misma era preceptora. Y no concurrieron al cine. "Al día siguiente me fui al Ministerio de Eucación.", concluyó de relatar la poetisa a María Urzúa. Y obtuvo el traslado inmediato a Punta Arenas, como Directora, según decreto del 15.02.18. Este es un hecho que después, en nuestros días, ha llamado la atención de Licia Fiol Mata. El ministro era Pedro Aguirre Cerda, radical del Valle de Aconcagua. Gabriela se llevó a Laura Rodig como profesora de dibujo y a otra colega más. Gabriela está cercana a los treinta años de edad.
        En un hotelito de Última Esperanza escribió gran parte de "Desolación". En esa etapa magallánica se le atribuyen amores con el pintor y aventurero italiano Carlo de Foresti, miembro de la nobleza peninsular. También se habló de una relación carnal con un rústico campesino, hecho que, años después, éste desmintió... pero solamente la consumación. ¿De qué están hablando entonces? De una mujer que gusta de los hombres. Laura Rodig, por su parte acusó la misma tendencia, por si acaso alguien insiste. Gabriela se escribe con el mexicano José Núñez y Domínguez, después embajador en Santiago, a quien dice: "Quien sabe si mi salvaje amor a la verdad me corta cualquier día esta carrera y me deja libre a mi pesar. En estos tiempos ser franca y ser maestra moderna es peligroso.". En su Biblia escribe: "Mis mejores compañeros no han sido gentes de mi tiempoo, han sido los que tú me diste: David, Ruth, Job, Raquel y María." Aquí no hay dos lecturas.
        Bien, la primera parte de la historia amorosa con Magallanes Moure terminó en 1915. En consecuencia, el capítulo de Jorge HÜbner transcurre en un lapso anterior a febrero de 1918. El reenuentro epistolar con Manuel sucede tan sólo en el año 20, cuando ella ejerce su docencia en Temuco, y está generado por las noticias de la mala salud del poeta. Lo demás ya lo sabemos.
        De su estancia en el extranjero hay vagas noticias de la gran admiración mutua entre Gabriela y Eugenio Dors, hasta el punto de que alguien sospechó un tiempo que éste era el padre de Yin Yin. Cosa descartada de plano. Gabriela nunca fue madre, nunca tuvo relaciones sexuales con varón alguno y menos de orden sáfica, si es que se trata de hablar sin tapujos. Conociendo su acerada palabra en el terreno moral, podemos citar y apreciar con justeza su confesión (1953) al escritor peruano Ciro Alegría:
        "Quedóse callada un instante. Después dijo con voz opaca, los ojos empañados:
        -Mi vida ha estado casi siempre vacía. La gente habla pero no es verdad. No tuve amor. Si alguna te pregunta, di eso, como si fueras mi hijo..."
        Pregunto a mi vez a la manada: ¿Tenía necesidad Gabriela Mistral de dar una palabra tan estremecedora a un amigo escritor?
        En otro testimonio privado, ella aseguró que cuando quiso no la quisieron y cuando la quisieron ella no quiso.   
        Pero si alguien no se ha dado cuenta existe en la historia de sus amores (siempre por hombres) un común denominador. Y es que todos fueron ejemplares de la alta burguesía chilena (no sabemos si el patagón lo era también por ancestro). Podrían, tal vez, acusarla de arribista a pesar de sus protestas sociales e indigenistas. Pero eso tiene una explicación psicológica bastante obvia: siempre le interesó superar su situación original de maestra pobre, desamparada y vilipendiada. Tal vez vio en ellos la calidad que no encontraba en otros. Pero jamás se vendió, por así decirlo bruscamente.

María Urzía conversa con Hernán Ortega (San Miguel, Santiago, 1985)

        En 1985 visité a María Urzúa, en un hogar de San Miguel, Santiago. Conversamos tranquilamente. Estaba muy lúcida. Insinué algo sobre la posible existencia de verdad en las acusaciones contra G.M. y sólo me respondió que "no la conocieron" (a Gabriela). El libro "Gabriela Mistral. Genio y figura", del que M.U. es autora (Ed. Del Pacífico, Stgo., 1981) es de contenidos transparentes. Que fue la misma impresión que me dejó María. Y me lo firmó. En estos días en que escribo estas líneas, la poeta (así dicen ahora haciendo que los huesos de Gabriela se retuerzan) Ximena Adriasola, que vive en Limache, y fue gran amiga de María, me dijo primero que el libelo acusatorio (palabras mías) le daba risa; después..."ni me lo creo... ni me lo imagino".
        Un último antecedente. El listado de sucesivas secretarias, principales, se inicia con Laura Rodig, prosigue con Palma Guillén (casada), María Urzúa y Doris Dana. De por medio, y debido siempre a la incapacidad de Gabriela para ordenar sus archivos y tipear sus infinitas cartas, amén de las urgencias menesterosas para sostener un hogar de viajera, hubo otras asesoras (dicho en el término prosaico nuestro). Cuando G.M. conoce a D.D. ya es Premio Nobel y sus compromisos -ahora de "vieja"- se multiplican. Después de la muerte de Yin Yin ella se derrumba. Está cruzando la década de los cincuenta años de edad. Enfermedades. ¿Estaba, entonces, para sostener descubrimientos y placeres lésbicos?
        En todo este desarrollo memorialístico, me duele confesar que no he encontrado lectores perspicaces de la obra de la Premio Nobel. Todas las referencias son superficiales, cosísticas sin ir al fondo, al sentido o al contexto. Salvo raras excepciones, como los escritos de Luis Oyarzún. Reprocho el error del libro de Sergio Fernández, por los efectos desoladores que produjo. Licia Fiol Mata peca de interés exacerbado en la interpretación de sus textos. Otros se acoplan. Y así, los llamados mistralianos han permanecido estáticos y sumidos en el silencio. Y han profitado de la herencia vital y literaria de la gran poeta. Exégetas y críticos separan la obra de la persona. Rechazo esta posición porque ambas partes se retroalimentan en el todo. No es uno sin el otro. Yo abogo también por el valor estético de la creación. Pero en el análisis profundo son inseparables, porque el autor está en la obra y la obra es el autor.
        Solamente la manada puede ver en Gabriela Mistral lo que no fue.

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Licia Fiol-Matta, profesora e investigadora.




A la espera de la madre Queer para la Nación
No hay fecha exacta para que salga a la venta el bullado libro de esta profesora puertoriqueña, Licia Fiol-Matta, "Una Madre Queer para la Nación: el Estado y Gabriela Mistral" . Un texto que despierta las suspicacias de la reveladora "tendencia" sexual de la poeta Nobel chilena, y que en una sociedad conservadora como la nuestra, aún es negada.
La profesora del Barnan College visitó el país durante las últimas semanas de agosto, en el marco del "Encuentro Latinoamericano de Sexualidad y Género" realizado en la Universidad de Santiago. Entre los presentes pasó casí tímida, presentando su intervención "Gabriela Mistral: del estereotipo nacional al estereotipo de las minorías", con absoluta maestria. Y es que esta investigadora, que actualmente reside en Nueva York, mantuvo cautela incluso con los medios de comunicación "para no causar un nuevo revuelo" en torno a la figura de la premio Nobel.
Cautela que se respetó, pero que no aminoró el interés por saber cómo marcha el proyecto de publicar en Chile uno de los textos más controversiales que se ha escrito en torno a la Mistral. "Una madre queer para la nación: el Estado y Gabriela Mistral", que ya está publicado en el extranjero, despertó la polémica durante el 2002 en Chile: primera vez, que un estudio contundente y serio se refería a la sexualidad de la poeta. ¿Cómo se podía abordar uno de los secretos mejor guardados de la literatura chilena?, ¿acaso la comunidad lésbica se quería apoderar de un nuevo ícono?, o se trataba de un nuevo golpe al conservadurismo y machismo característico de la sociedad chilena?. Muchas más preguntas quedaron en el aire, pero sólo una persona las podía despejar.
-¿Cuándo aparecerá finalmente el libro en Chile?
-Aún estamos trabajando la traducción en Cuarto Propio. Pero no ha habido problemas en torno a que no se pueda publicar, sólo es cuestión de recursos, porque este libro está lleno de terminologías. Este libro se publicó en el 2002 en Estados Unidos en la Universidad de Minessota, con una editorial académica.
Cualquier situación en torno a la Mistral acá en Chile, es motivo de una fuerte discusión, ¿crees que es a causa del estereotipo nacional y el culto que se tiene hacía la autora en los circulos literarios?
Deben haber múltiples causas por qué la figura de la Mistral es tan potente. En el libro tengo una cierta interpretación, pero creo que deben haber muchas causas. Te puedo mencionar el conservadurismo de Chile, hay un clima cultural muy conservador. Cuando se leen los textos, la prosa de Mistral, uno se da cuenta a qué tipo de sociedad pertenecia ella. Era una mujer brillante, sin duda, pero tenía muchos elementos conservadores como su religiosidad que es tan curiosa. Además, que en este país hay mucha homofobia, pues pretender hablar de la sexualidad del premio Nobel, simplemente no entra. A mi me llamó la atención por qué esta "Madre nacional" es una "Madre rara", por eso se llama así el libro. La Mistral, físicamente, no cumplía con el estereotipo femenino de esa época (era muy recatada), no se casó y su entorno, era femenino.
-¿Valores muy exigidos a las mujeres que la escritora tenía que tener acaso?
-Cuando se tocan esos aspectos de Mistral, se consideran aberrantes, peyorativos o incluso, de sus frustraciones sexuales. Pero aunque tenía una psiquis muy complicada, no comparto esas opiniones. Era una mujer muy compleja y difícil como persona. En el libro utilizo un entramado psicoanalítico, pero no tanto para psicoanalizarla, sino porque hay muy pocos documentos personales de ella. Creo que Gabriela Mistral nunca escribio de una manera transparente, esa es mi opinión. Ella cuidaba mucho su imagen, controlaba el discurso, dudo mucho que tuviera un diario personal donde ella se desbordara.
-¿Por qué crees que nunca se abordó la obra mistraliana desde su sexualidad?
-Los estudios de la mujer serios empezaron hace poco, en la década de los 80 a lo más. Hay muchas partes donde no se estudia, además hay un estereotipo de las escritoras. Cómo se trata a las "poetisas", se esperaba que la escritura femenina fuera de señoritas, que hablaban de sus cosas que no eran tan serias. En cuanto a la sexualidad lésbica, simplemente no se estudia y quienes las estudian, lo hacen muy trabajosamente. A nivel institucional, todavía es muy difícil, y en los estudios Queer todavía hay una preponderancia hacía estudios sobre varones. En cuanto a Mistral, hay un mito poderos de la madre y que además me parece importante recalcar, que en el período de la dictadura chilena, era necesario tener un ícono conservador y católico. Entonces, parece que era necesario tener una antítesis a Pablo Neruda. Ella fue budista también....
-(¡¡¡¡ !!!!!).......
-Si, no se sabe casi nada de ese tema, se sabe que fue, pero no hay mucha información. Ella leyó muchisimo información hindú. Estaba muy interesada y es una contradicción hasta cierto punto, porque ella era teosofa.
-Has dicho en varias entrevistas que no quieres probar el supuesto "lesbianismo" de Gabriela Mistral en tu estudio....
-Digo simplemente que nunca se debe probar que ella era heterosexual, porque la sociedad parte de esa base, eso está asumido. Pero no hay evidencia, documento o algo así; sin embargo me parece genial que el presidente de la Fundación Gabriela Mistral, Jaime Quezada, haya publicado una carta de ella en la que dice "me han colgado ese tonto lesbianismo", es decir, es ella misma diciendo la palabra. Entonces, no hay que decir que ella no tenía la menor idea de lo que estaban hablando.
-¿Cómo comenzaste a estudiar la obra mistraliana?
-En principio empecé con los poemas, sobre todo aquellos relacionados con la ternura, algo muy físico. Siempre me interesó también los estudios desde la maternidad femenina.
-Acá también se dio la discusión en torno a la homosexualidad del escritor José Donoso, ¿Se tienen que abordar las obras de los autores desde su sexualidad?.
-La identidad sexual está en contacto con otras vertientes o ejes de lo social, por eso mis estudios también abarcan el nacionalismo y el posicionamiento de las mujeres. En el caso de Donoso, se debe discutir también en torno al outing o salida del closet, hay que respetar las decisiones de la gente, pero principalmente, se debe tener una base sólida y hacer un estudio desde la sexualidad. No es lo único que se puede hacer con Donoso, no creo que la ficción sea un calco de la vida, aunque sí creo que es fundamental la sexualidad del escritor o escritora.

-Crees que Gabriela Mistral podría convertirse también en un ícono para las lesbianas?

-Puede ser, aunque no creo que sea prudente hablar de los escritores del pasado y traerlos al presente. No hay que verla como una santa, porque se convertiría en algo "chato" nuevamente. Por ejemplo, Sor Juana en México es un ícono donde pasan muchos significados, pero no hay que reducirlo solamente a eso.

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